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lunes, 28 de octubre de 2019

Factus est dominus


Admiró de nuevo el resultado de su obra...era magnífica y, sin dudas, como tantas otras obras magnas, sería incomprendida y él tal vez sería odiado.

Se acercó a la enorme escultura de bronce y quedó fascinado por la rotundidad de sus formas y la expresividad de sus figuras.

Era un experimento de estilo manierista, de contorsiones helenísticas, seres tensos, mas dotados de un afán de elevación. Los dos amantes abrazados en una pose definitivamente sexual pero en la que ambos eludían cruzar las miradas y sus ojos se perdían en un éxtasis celestial al que buscaban llegar con sus cuerpos enlazados y aún plenos de lascivia.

No pudo reprimir rozar el dorado bronce recién pulido, aunque el frío aire de la mañana atravesaba el estudio con una corriente insalubre la pieza aún guardaba algo de su calor en los pliegues más íntimos.

Recordó las palabras de aliento de su maestro cuando entró a su servicio: “Todo llega si se trabaja con tesón”...y tanto que llega, maestro.

Fueron unos primeros años felices a su lado, aprendiendo cada día, aplicando sus enseñanzas, recogiendo los frutos de su esfuerzo al convertirse en su mano derecha. Cuando a su maestro lo nombraron pintor de cámara del Condottiero él progresó de su mano como fundidor y escultor.

Este ascenso social le hizo popular entre las familias ricas y conoció a la que sería más que su amor, su vida. Sin embargo no fue fácil, los ricos burgueses no tenían la menor intención de que su bella hija, digna esposa de magnates o senadores acabase casada con el aprendiz de un pintor, por muy brillante que fuera.

El maestro intervino, fingiendo el interés del hijo del gerente del puerto de la república consiguió que los padres accediesen a que la joven fuese a su estudio a hacerse un retrato, horas durante las cuales la pareja podía encontrarse en la intimidad.

El problema fue que el maestro trabajaba con más tesón para sí mismo que para nadie, ansiaba poseer a la muchacha y la sedujo. Aún recordaba la pose en la que los encontró, la tenía delante magnificada, bruñida, destelleante.

Aplacar la ira fue sencillo. Sólo tuvo que realizar un molde de cera lo bastante grande, esperar a otro encuentro de los amantes y convertirlos en el núcleo de su arte.

Gracias por tanto, maestro...

Relato para Divagacionistas #RelatosMaestros

miércoles, 28 de agosto de 2019

El momento oportuno

Este verano está siendo especialmente intenso, demasiado a veces, para mí. Muchos me habéis dado apoyo y ánimo y quiero agradecéroslo a todos en primer lugar.

TIC

Muchas veces nos creemos capaces de afrontarlo todo con solvencia, de caminar sobre aguas turbulentas sin salpicarnos. Pero a veces no es así, a veces un golpe muy fuerte o varios menores nos bloquean, nos noquean, nos tiran al suelo y nos patean y no queda más que admitir la derrota. Un pequeño golpe más cuando estamos a punto de trastabillar puede ser suficiente para hacernos perder el equilibrio que tanto nos ha costado mantener, caerse no es perder, perder es no levantarse.

TAC

Agosto está resultando un mes de pequeños golpes, martillos que poco a poco van quebrando las rodillas y la entereza. Toques de atención a veces muy ajenos que sientes como propios porque se acumulan sobre cargas que no has podido liberar con antelación. El desgaste de los materiales de los que te creías construido a prueba de cualquier latigazo empieza a pasarte factura.

TIC
El problema viene cuando estas cargas se nos antojan placenteras de portar, cuando nos parece que estamos mejor bloqueados por ellas que liberados, porque una vez dejada la carga atrás hay que afrontar lo que viene por delante y eso da incluso más miedo. Esas cargas nos permiten consumirnos en una espiral de saturación de lo inasumible y procrastinación de la vida mientras la vida no se detiene por nosotros y al final sólo conseguimos distanciarnos de todo lo que alguna vez fue parte de nosotros.

TAC

Y entonces empiezas a huir de los tiempos muertos y del relax por miedo a que tu cabeza vuelva a entrar en un bucle de culpabilidad por lo que no haces y sabes que quieres o debes. Enhorabuena, estás en el punto perfecto para que cualquier nimiedad te golpee como si fuera un puñetazo devastador. Y puedes llegar a desear que pase para no tener que seguir pensando en las prisiones mentales que tú mismo te has creado, para no tener que mirar al frente.

TIC

Pero van y te sacuden noticias lejanas, y no tanto, sobre verdaderos problemas, problemas irresolubles, los únicos totalmente irremediables. Y te das cuenta de que al fin y al cabo tus cuitas no son más que pequeñas molestias pasajeras, que no tienen importancia alguna y que mientras estás embebido en ellas lo realmente importante, tu vida, se te escapa a velocidad terminal sin que puedas volver atrás.

TAC

"No hagas planes que te saldrán planos" decía un buen amigo y me ha costado años entender que el mensaje no es tan banal como pretende. Hay que aprovechar el momento, nunca sabes cuándo es el momento oportuno hasta que ya ha pasado, si no hiciste nada por aprovecharlo ya es tarde o como decía de un modo mucho más preciso y poético Kundera: "El hombre nunca puede saber qué debe querer, porque vive sólo una vida y no tiene modo de compararla con sus vidas precedentes ni de enmendarla en sus vidas posteriores"

TIC

No dejes nada que te importe para mañana, porque mañana puede ser que ya no tengas oportunidad de hacerlo o decirlo. Todos jugamos la carta de la incertidumbre, de no saber cuando nos van a cortar la luz, para planificar a largo plazo, de rentarlo todo a futuro. Es una apuesta, como todas, muy arriesgada, nunca se sabe si antes de lo previsto va a llegar el momento menos oportuno y nos vamos a apagar dejando una frase a medias o...

CLIC

lunes, 19 de agosto de 2019

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Temía la llegada de cada noche, el momento eterno en el que, acostado ya, se iniciaba la pugna entre las ganas de sus dedos y el ordenamiento en su cerebro.

No debía, pero quería, quería con toda su alma, no sólo con sus dedos. Su pecho se agitaba, las elevadas pulsaciones requerían más inhalaciones, todo su cuerpo se preparaba para la batalla. El sudor frío acudía a sus sienes y a sus manos, cada pliegue de su piel transpiraba anhelando el contacto.

Su cerebro sólo repetía un bucle: no debes, no es verdad, son sólo imaginaciones tuyas, jamás lo harás, no es tu estilo, no eres así, no eres su estilo, no es así.

El proceso se repetía noche tras noche sin apenas cambios, hasta que llegaba la descarga.

En un momento dado notaba como el sudor de las palmas de sus manos se convertía en una suerte de electrolito metálico que condensaba bajo su piel una carga estática que le hormigueaba en las palmas de las manos y en los antebrazos.

El cosquilleo elevaba su frecuencia hasta llegar al pecho donde provocaba, lo que le parecían, fibrilaciones. Esto aturdía momentáneamente al cerebro que paraba su salmodia, como reiniciado por la subida de tensión.

Entonces escribía ligero siempre: "Buenas Noches"...y después nada, porque el cerebro había retomado ya el control.

La catarsis se había completado ya aquella noche y, como siempre, los  "te quiero", "te necesito" y "te echo de menos" quedaron en el tintero hasta mañana.

Al menos se sentía conectado a través de aquella pantalla. La rozó con la punta de sus dedos esperando palpar algo más que el demasiado frío y demasiado liso cristal, pero no fue así y se quedó observando si aparecía la confirmación de lectura hasta que la retroiluminación fue atenuándose. Finalmente se apagó sin que llegara.

Se quedó a oscuras, a solas con sus nervios y ese vacío en el estómago que le atenazaba durante la mayor parte del día. Y cuando estaba a punto de entregarse al abrazo de un sueño bronco y agitado por pesadillas muy cotidianas y reales, una notificación hizo vibrar el desamparado aparato brevemente.

Sonrió pensando para sí mismo, inerme sí, pero satisfecho por seguir formando parte de su vida aunque sea a través de pantallas, ondas e impulsos eléctricos. Al fin y al cabo tampoco podía soñar que hubiera otro modo, son sólo imaginaciones tuyas, jamás lo harás, no es tu estilo, no eres así, no eres su estilo...

martes, 6 de agosto de 2019

Un hermoso final




 Al principio la “gente civilizada” ni se enteró, embebidos como estaban en sus urbanitas vidas con su artificial iluminación lacia y amarillenta de fósforo.


Para ellos era inimaginable lo que sucedía en los oscuros rincones del mundo donde su civilización, minoritaria, apenas había calado, donde las vidas sencillas fueron las primeras en descubrir un terrible y fascinante acontecimiento que en los lugares más salvajes era visto como un mensaje divino.


Aunque dicho mensaje variaba mucho según la opinión de quien lo interpretara. Para muchos significaba que el mundo se vería visitado por poderosos seres que según unos traerían la paz y según otros la destrucción a la humanidad. Unos erraban, los otros no.


     Allá donde el cielo negro predominaba sobre las luces nocturnas fueron apareciendo progresivamente lluvias de estrellas que se intensificaban tras cada anochecer, cada noche era un poco menos oscura, fugazmente, sí. Apenas perceptiblemente, sí. Pero de modo indefectible.


     Por supuesto los grandes observatorios se percataron de ello, alguno quizá, incluso, antes que aquellos humildes salvajes que aún perdían el tiempo en observar las estrellas. Pero no publicaron nada, no dijeron nada, no divulgaron nada. Quizá fuera por prudencia, quizá porque ni siquiera ellos sabían cómo reaccionar a aquello, quizá porque su reacción fue la locura en su versión experimentable más pura.


     El horror, agrandado a través de las lentes y los sensores de aquellos magníficos centros de descubrimiento, profanó las mentes más brillantes con una violencia tal que aquellos que no quedaron lobotomizados y mudos al instante desearon estarlo. Sólo eran capaces de pedir que tras la demencia llegara alguna vez el silencio, aunque fuera el silencio de la muerte o la no existencia, cualquier cosa era preferible a aquella horrísona melodía de flautines y timbales capaz de atravesar hasta el vacío.


     Mientras esa música arrastraba a incontables suplicios internos a aquellos avanzados científicos, las personas más simples dieron en componer hermosas estrofas y ritmos a aquellas magníficas lluvias de estrellas que comenzaban a hacer palidecer el fulgor de la luna llena. Para entonces incluso los más reacios a mirar el cielo estrellado comenzaron a notar el cambio, las noches languidecían, se difuminaban entre fugaces chisporroteos.


     Comenzaron las preguntas: ¿qué era aquello?, ¿Era normal?, ¿Era peligroso? Pero nadie pudo responderlas, nadie que pudiera acceder a la información quedaba en situación de comunicarla y las especulaciones medraron. Nadie echó de menos la ciencia, la superstición daba respuestas igualmente válidas ya que nadie quedaba para rebatirlas.


     Cuando las noches fueron ya atardeceres otoñales cubiertos de albos destellos hubo un resurgir. De entre las tinieblas eternas del fondo marino se alzó un rugido. Sus huestes plantaron pie en tierra y armados de terror causaron muerte y destrucción allá donde llegaron, aunque nadie nunca lo supo pues su ensañamiento no permitía supervivientes ni entre sus propios adeptos.


     El ser que moraba en la isla largamente sumergida lanzaba desesperados rugidos hacia el cielo haciendo valer su posición, si desesperado era una cualidad que estuviera en su inhumano repertorio de sensaciones. Sólo los profundos eran tolerados en su presencia, el gran ser, alado y con su rostro cubierto de tentáculos, miraba con sus enormes ojos vítreos más allá del fulgor de los miles de objetos que atravesaban la atmósfera terrestre. Él sabía qué provocaba aquello, él sabía quién tocaba aquella melodía del juicio final pero no sabía por qué lo hacía, ni como detenerlo.


     No fue el único en desafiar al destino, en otros lugares hubo llantos similares, como en el remoto norte en alas del viento helado, en los profundos bosques del nordeste entre borboteos y barrancos, en las abruptas simas subterráneas del medio oriente donde la arena y la lava se mezclaban… Seres de poder inconmensurable aletargados y ocultos durante milenios se alzaban de sus ignotos cubiles y trataban de hacerse ver. De hacer ver a aquél que caía del cielo, al cielo mismo, que no iban a ceder aquél minúsculo planeta en el que, desterrados, habían dispuesto sus moradas.


     Nada dio resultado, ni siquiera los adoradores del Caos Reptante obtuvieron una respuesta, un motivo, su señor se limitó a no hacer acto de presencia salvo por su risa, una risa brutal, demoledora, pero a la vez una risa agónica, una última carcajada de quien había aprovechado durante eones su papel de mensajero para urdir y concitar la adoración sobre sí mismo y que ahora, descubiertas sus trampas, debía huir de este plano o afrontar su destrucción.


     Los pocos seres humanos que aún sobrevivían a estas alturas lo hacían en reductos aislados, en pequeños grupos de subsistencia, desprovistos ya de cualquier atisbo de modernidad. En pocos meses se habían visto desposeídos tanto de su existencia de aparente comodidad como de la ignorancia sobre los verdaderos horrores que albergaba el vacío del espacio. Pero no les quedaba mucho tiempo, apenas discernible entre el resplandor celeste se intuía una distante forma globular que, pese a su brillantez inherente, recortaba la silueta de su sombra sobre otra forma aún más oscura y menos definida, aunque no por ello menos horripilante.


     Los sentidos eran una maldición, aquellos de vista más aguda que fijaban su mirada en aquél par de objetos amorfos y cambiantes se trastornaron y quedaron ciegos. Poco después aquellos cuyo sentido del oído era más sensible comenzaron a afirmar que oían algo parecido a música pero desafinada, inhumana y demenciada, acto seguido también perdieron la razón y quedaron mudos. Afortunadamente para el resto, puesto que su cerebro desquiciado no era ya capaz de reproducir otra cosa que no fuera aquél ritmo de fuelles y flautas repetitivo y dañino para cualquiera menos poderoso que un dios arcano.


     Parco consuelo fue pues a los pocos días aquella música infernal y aquellas figuras se hicieron claramente perceptibles para todo el mundo. Incluso los ciegos y sordos podían percibir aquellas torturantes sensaciones directamente en lo profundo de sus cráneos, nadie quedó libre de la locura a medida que los dioses antiguos se aproximaban. Incluso los primigenios más poderosos lloraron de dolor e incomprensión ante el aberrante espectáculo de oír susurrar a Yog-Shototh los versos de destrucción que ejecutaría el tentaculado danzarín.


     Mientras el todopoderoso seguía adelante con su baile de aniquilación, indolente e ignorante, miles de voces de dioses que se creían inmortales aullaban cada una en su lengua con un último impulso vital el nombre de su verdugo y consumidor en una suerte de ruego o maldición.

      Nada perturbó el paso de aquél a quien un ser de una especie menor, ya extinta para entonces, había bautizado en su libro de revelaciones como “Azatoth”.

Sirvan estas líneas de homenaje a H.P. Lovecraft, del que se celebra este mes el 129 aniversario de su nacimiento.

viernes, 2 de agosto de 2019

Abandonado en el tiempo


Quería reflexionar un poco acerca del patrimonio histórico y cultural, pero sobre todo del patrimonio material, así que sí no os interesa el tema ya podéis ir cerrando el blog por hoy...si es que esto lo lee alguien.

No hay más que abrir un periódico y todos los días hay, al menos, una noticia dando cuenta de algún paraje quemado o contaminado, o de un colectivo que denuncia la desaparición de una costumbre o profesión, o de la destrucción de un monumento o hallazgo arqueológico.
Entiendo que no soy un testigo imparcial puesto que mi formación es la que es, pero siempre me ha parecido que el patrimonio material de tipo histórico/arqueológico es el más denostado y maltratado de todos. 

No quiero decir con esto que no haya que proteger el resto, la defensa del patrimonio histórico no puede ir en contra de la cultura que legó y del paisaje en el que se estableció, al contrario, pero creo que en ocasiones, muchas...todas, se es demasiado laxo con las afrentas al patrimonio histórico por una sencilla razón...es irrecuperable.
Y me diréis que soy un exagerado y que también ocurre con los atentados al medio ambiente...pero no...o al menos eso creo, pero salvo casos muy extremos (hablo de extinciones de especies o daños causados por el cambio climático y cosas así) el medio ambiente, la naturaleza es una fuerza irresistible, se abre camino, vuelve a ocupar los lugares naturalizándolos y tras un tiempo es posible que el paraje recupere su estado original.

Sin ir muy lejos y recurriendo al cuñadismo de lo reciente podemos citar las zonas irradiadas alrededor de Chernobyl y Fukushima donde la naturaleza, pese a sufrir daños graves, ha conseguido pervivir y probablemente en unas décadas podamos observar que el impacto se ha revertido o al menos atenuado en su mayor parte.

No quiero decir con esto que podamos contaminar libremente, quemar bosques y depositar balsas de residuos químicos o tóxicos en cualquier paraje natural, el entorno hay que protegerlo, vivimos en él y de él. Aunque las jaulas de asfalto en las que nos movemos la mayoría a diario nos puedan dar otra impresión aún dependemos de la naturaleza en muchos modos e incluso los menos obvios son críticos para nuestra supervivencia.

Con el patrimonio inmaterial puede ocurrir algo similar, muchas veces nuestros amigos antropólogos y etnógrafos se quejan amargamente de la desaparición de profesiones o tradiciones que por el irremediable paso del tiempo, el desarrollo feroz, el consumismo desproporcionado y la aculturación tecnológica tienen los días contados.

Es cierto que hay que preservarlas, es cierto que forman parte de nuestra cultura lo mismo una bolillera de Córdoba que un payés de Cabrera, que acumulan un saber para sus profesiones que corre riesgo de desaparecer si no se protege y difunde. O tradiciones como los “peliqueiros” de Laiza o los “picaos” de San Vicente (vistos como fenómenos cultural y dejando a un lado la carga que la doctrina católica ha impreso sobre el sustrato) que nos trasladan forzosamente a otros tiempos donde el origen, la simbología y el sentimiento de estos personajes era mucho más claro y cercano para el observador.

Sin embargo la documentación y musealización de estos conocimientos puede permitirnos preservarlos, como en ámbar, hasta que llegue, tal vez, un momento más propicio en el que se puedan poner de nuevo en valor, permitiendo (hasta cierto punto) una resurrección de esa cultura durmiente como ha ocurrido por ejemplo con los resineros.

Por supuesto mi conocimiento en estos campos es muy limitado y tal vez esté diciendo alguna barbaridad, los comentarios están abiertos como siempre a cualquier corrección, puntualización y enmienda y no me dolerá reformular, matizar o amputar aquello que no sea correcto.

Ahora bien, qué ocurre cuando la piqueta echa abajo una tenería, una atarjea que atravesaba “por donde no debía” o se hormigonan cuevas prehistóricas para poder continuar una obra de una infraestructura...que estamos perdiendo para siempre una parte de nuestro pasado.

Pensad que lo que para nosotros son “unas piedras” que interfieren en la construcción de una nueva autovía para otra persona, quizá un antepasado directo nuestro, fue su hogar y en él vivió mil historias cotidianas y, por qué no, alguna extraordinaria. Esa piedra que tocas también la tocó alguien del mismo modo hace siglos.

Pensad que esos muros que son apenas adobe reseco y agrietado resguardaron del frío a un pequeño que al crecer pudo convertirse en quien diera origen a tu línea genealógica. No es necesario que hablemos de los grandes castillos de señores acometiendo heroicidades con armaduras bruñidas para sentir lo que han significado los refugios para el ser humano.

La información que puede dar a las nuevas generaciones de arqueólogos incluso la arena que se ha introducido entre las hiendas de un pequeño muro por estar donde está es impagable y se pierde si se derriba el muro y la arena cae al suelo. Entiendo que se piense que exagero, que algo tan minúsculo y superfluo no puede ser tan relevante, pero lo es.

Los resultados de un análisis secundario de una muestra aparentemente anodina pueden hacer replantearse dataciones y relaciones de un yacimiento con su entorno y con otros, reestructurando la manera de entender un periodo de tiempo en una zona y abriendo nuevas sendas por las que investigar nuestro pasado.

El hecho de que un fragmento de cerámica perfectamente datable e identificable aparezca medio metro desplazado en cualquier vector puede trastocar totalmente la verosimilitud de un estudio estratigráfico o al menos aportar nuevas concepciones sobre los lugares investigados.

Por eso en el caso de los bienes materiales es tan importante su preservación y su estudio, porque cada día que pasa los perdemos un poco más, y es terrible cuando se ve la indolencia política valorando actuaciones en términos puramente económicos o de rentabilidad electoral. “Cuesta menos dejar que se caiga y reconstruirlo que realizar las labores de mantenimiento y restauración necesarias para frenar su deterioro” así de literal, de claro y así de crudo lo dicen nuestros magníficos gestores con el aplauso general, porque más vale salvar unos millones de euros que nuestro pasado.

Igual mi visión es extremadamente catastrofista por ser castellanoleonés, ya sabéis, de esa tierra que va camino de ser sólo campo y ruinas aderezadas por alguna bodega/restaurante donde ponerse como el quico con los productos de la tierra...veremos en unas generaciones quién se encarga de proveer esos productos cuando no quede nadie que quiera vivir en medio de un erial abandonado.

Tengo claro que el “progreso” es imparable, tampoco pido tanto, pero sí que cuando se acometan unas obras que tengan un impacto ambiental y patrimonial se haga con la profesionalidad que requiere en todos los campos y no simplemente siguiendo unas tablas de baremación de “daños asumibles” que valen lo mismo para Minglanilla de la Sierra que para Tombuctú y que permiten que sin incumplir la ley se la circunvale completamente, con el conocimiento de la administración, que debería ser la primera interesada y garante de que no sólo se cumpla “la letra de la ley” si no, también, su espíritu, reformándola si fuera preciso.

Por supuesto esto no es más que una reflexión a vuelapluma y para no dejar la entrada tan bajonera, si os gusta el tema, por favor seguid a gente como "Las Gafas de Childe"  que además es amigo, o las cuentas de twitter de Amasamune54, Empeltada o JL Hoyas que son gente en activo en el ramo, muy majos, y que saben mucho y seguro que os redirigen a gente super interesante.